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sábado, 21 de septiembre de 2024

PENSAMIENTOS Y EMOCIONES

Sin duda, los pensamientos y las emociones están íntimamente relacionados y pueden experimentarse juntos, pero a la vez son muy distintos.

Los pensamientos son cogniciones mentales: nuestras ideas, opiniones y creencias sobre nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Éstos incluyen las perspectivas que aportamos a cualquier situación o experiencia que colorean nuestro punto de vista, ya sea para bien, para mal o para regular.

Un ejemplo de un pensamiento duradero es una actitud, que se desarrolla a medida que los pensamientos se repiten una y otra vez y se refuerzan.

Si bien los pensamientos están moldeados por las experiencias de la vida, la genética y la educación, generalmente están bajo el control consciente. En otras palabras, si eres consciente de tus pensamientos y actitudes, puedes elegir cambiarlos.

Por otro lado, podríamos pensar en las emociones como el flujo y la experiencia de los sentimientos, por ejemplo, alegría, tristeza, ira o miedo. Las emociones pueden ser desencadenadas por algo externo como, por ejemplo, ver a un amigo sufrir o incluso ver una película o traer a nuestra mente un recuerdo perturbador.

Si bien las emociones son universales, cada persona puede experimentarlas y responder a ellas de manera diferente. A menudo, vemos que algunas personas pueden tener dificultades para comprender qué emoción están experimentando en un momento dado o incluso de manera continuada.

Las emociones sirven para conectarnos con los demás y ayudan a cultivar fuertes vínculos sociales. Este podría ser el propósito evolutivo de las emociones: las personas que han podido formar vínculos y lazos emocionales fuertes se convierten más fácilmente en parte de una comunidad y tienen más probabilidades de encontrar el apoyo y la protección necesarios para sobrevivir.

Podríamos decir que las personas de todo el mundo tienen diferentes ideas, creencias, opiniones y también distintos pensamientos, pero los sentimientos de todos nosotros son muy similares, si no idénticos.

Las emociones son "contagiosas”, y esto se puede comprobar, observando que muchos tienen tendencia a imitar los estados externos de los demás, por ejemplo, sonriendo cuando alguien nos sonríe, y nuestros estados externos pueden afectar a nuestros estados internos porque, por ejemplo, sonreír puede hacernos sentir felicidad.

No obstante, las emociones también pueden verse influenciadas por otros factores:

Las tradiciones y creencias culturales pueden afectar la forma en que un grupo o un individuo expresan sus emociones. Hay algunas culturas en las que se considera de "mala educación" expresar las emociones de una manera que puede considerarse saludable y apropiada en otras culturas.

La genética o, más específicamente, la estructura cerebral y de la personalidad, incluido el autocontrol, puede afectar la expresión emocional de un individuo o una familia. Si bien la composición genética de una persona no se puede alterar, el cerebro es otra historia. Investigadores han identificado seis "estilos emocionales" distintos que se basan en la estructura de nuestro cerebro pero que se pueden remodelar con la práctica.

Condiciones físicas: los tumores cerebrales, los accidentes cerebrovasculares, la enfermedad de Parkinson, la esclerosis múltiple, el Alzheimer y las enfermedades metabólicas, como la diabetes y los trastornos de la tiroides, pueden hacer que las respuestas emocionales de una persona cambien drásticamente.

Lo que pensamos afecta lo que sentimos. Los pensamientos y las emociones tienen un profundo efecto mutuo. Los pensamientos pueden desencadenar emociones, por ejemplo, la preocupación por una próxima entrevista de trabajo puede causar miedo, y también sirven como una evaluación de esa emoción y este no es un miedo realista. Además, la forma en que prestamos atención y evaluamos nuestras vidas tiene un efecto en cómo nos sentimos. Por ejemplo, una persona que tiene miedo a los perros probablemente esté super-atenta al perro del otro lado de la calle y evalúe la aproximación del perro como una amenaza, lo que le genera angustia emocional. Otra persona que evalúe la aproximación del perro como amistosa tendrá una respuesta emocional muy diferente a la misma situación.

Existe una tendencia bastante generalizada a creer que las emociones son simplemente "parte de nosotros" y no se pueden cambiar. Sin embargo, varias investigaciones han establecido que las emociones son maleables y sí se pueden modificar.

Veamos algunos ejemplos:

Modificando una situación externa (divorciarse de un cónyuge abusivo)

Cambiando nuestra atención (eligiendo enfocarnos en un aspecto más positivo de una situación)

Reevaluando una situación (el próximo examen es una oportunidad para aprender, no una evaluación de mi valor personal).

La forma en que elegimos vivir nuestras vidas tiene un enorme poder sobre cómo nos sentimos en nuestro día a día.

El 50% de la felicidad está determinada por nuestro "punto de referencia" o genética, y el 10% está determinado por nuestras circunstancias  personales, finanzas, salud, situación vital. El 40% restante se basa en nuestros propios esfuerzos intencionales por ser más felices, lo que significa que tenemos una gran influencia en cómo nos sentimos y percibimos la vida que nos rodea.

Ciertos tipos de entrenamiento mental, como la atención plena o el pensamiento positivo, pueden afectar nuestras percepciones del mundo y hacernos sentir más tranquilos, más resilientes y también más felices. También el perdón, la gratitud y la amabilidad, nos pueden ayudar a vivir mejor y además se pueden cultivar con la práctica.

Si no te gustan tus pensamientos y/o emociones, no dudes en cambiarlos.


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