Todos somos telepáticos, aunque unos utilizan este don con mayor destreza que otros. La comunicación mente-mente se lleva a cabo por medios extrasensoriales". Como seres energéticos, siempre nos estamos comunicando con nuestros campos de energía y nuestra intuición o sexto sentido.
Como alguna
vez hemos podido comprobar, no siempre es necesario hablar con alguien para
saber lo que está pensando. Podemos percibirlo a través de sus vibraciones
energéticas emocionales. Por ejemplo, ¿alguna vez has entrado en una habitación
poco después de que se produjera una discusión y pudiste sentir la tensión? ¿O
alguna vez te sentaste junto a un extraño en un autobús o en una sala de espera,
percibiste que algo no iba del todo bien con esa persona y sentiste la
necesidad de moverte? Por otro lado, quizás en alguna ocasión hayas conocido a
alguien que te atrajo inmediatamente y supiste que ambos ibais a ser personas
importantes en la vida del otro? Estos escenarios son sólo algunos ejemplos de
cómo todos poseemos medios de comunicación extrasensoriales, incluso cuando esa
comunicación no es intencional o está impulsada por la emoción.
Imagina lo
poderosos que podemos ser cuando nuestra intención se alía con nuestros
pensamientos. Dado que los pensamientos pueden desencadenar emociones, la
noción de telepatía no es tan diferente de la de mente sobre la materia o de la
idea de que las expectativas tienden a realizarse. Cuando se combina con la
teoría de la mecánica cuántica, que ha demostrado que todos estamos realmente
conectados, ya no suena tan raro creer que podemos comunicarnos con nuestra
mente.
En el año
2015 se realizó un estudio que examinó cómo practicar la gratitud reconfigura
el cerebro para ser más feliz. Los investigadores descubrieron que expresar
gratitud de forma regular mejora la salud física, emocional y mental, y promueve
sentimientos de autoestima y compasión por los demás. Además, concentrarse en
ser agradecido es contagioso y se extiende más allá de nosotros mismos al
afectar positivamente a quienes nos rodean.
Veamos un
ejemplo real que llegó a mis oídos hace algún tiempo y que demuestra cuán
efectiva puede ser la gratitud en nuestras vidas humanas. Esta es la historia
de Lucía y fue el resultado de encontrarse un día en un espacio mental bastante
negativo. Lucía estaba experimentando ansiedad por algunos problemas no resueltos
con un conocido, cuando comenzó a mantener conversaciones mentales con esta
persona. Estas conversaciones ficticias no eran agradables porque no estaba enfadada,
solo quería que sus sentimientos fueran validados. Desgraciadamente, este
constante diálogo interior no solo no la ayudaba, sino que además exasperaba su
ansiedad.
Entonces,
decidió accionar el interruptor. Ella sabía que los pensamientos tenían poder y
creía sinceramente que la energía fluía hacia donde la intención iba. Cuanto
más negativamente pensaba, más invitaba a la negatividad a su vida y más
negativa se sentía. Lo estaba pasando realmente mal, así que decidió centrarse
en la gratitud, como sugería un artículo que había leído hacia unos días.
Literalmente dijo en voz alta: “¡Basta! ¡No quiero este sentimiento! ¿Por qué
estoy agradecida? A continuación, procedió a enumerar en voz alta todas las
cosas de su vida por las que estaba agradecida.
Comenzó
con lo más cercano como su marido, sus hijos, el techo sobre su cabeza y todas
las comodidades del primer mundo que tenía el privilegio de tener. A continuación
profundizó un poco más y dio las gracias por la experiencia que estaba teniendo con la
persona por la que estaba tan enfadada. Agradeció las lecciones que estaba
aprendiendo y por los regalos que obtendría al tener esta experiencia con esta
persona. Esto la llevó a sentir gratitud por poder hacer lo que amaba y por los
clientes que confiaban en ella y en su negocio profesional.
Lucía
invirtió entre diez y quince minutos a enumerar verbalmente todo aquello por lo
que estaba agradecida, y se sintió maravillosamente bien al terminar. Los pensamientos
positivos de gratitud tuvieron un profundo impacto en su bienestar mental. Ya
no se sentía enojada ni sentía la necesidad de tener razón porque todas las
cosas por las que tenía que estar agradecida superaban con creces sus
problemas.
Lucía obtuvo
unos resultados asombrosos. Primero, su estado emocional y mental cambió de sentirse
deprimida a sentirse alegre y maravillosamente bien. Fue como si viajara de la
forma más sana de un extremo al otro del espectro emocional en cuestión de unos
minutos. Esto demuestra lo poderosas que son nuestras mentes y la capacidad que
tenemos para elegir la felicidad en cualquier situación.
Aunque
sentirse mejor ciertamente habría sido suficiente para Lucía, es el segundo
resultado de su experimento de gratitud el que realmente valida la creencia de
que todos estamos conectados de una manera cósmica y telepática. Después de
terminar su ejercicio de gratitud, vio que tenía varios mensajes en su
teléfono. Durante el tiempo que había estado expresando su agradecimiento, había
recibido un hermoso correo electrónico de un cliente agradeciéndole su ayuda, y
había obtenido dos nuevos clientes que habían reservado citas para la siguiente
semana.
Esto podrá
parecer poca cosa para algunos, pero yo creo firmemente que es una confirmación
más de que atraemos lo que enviamos. El simple acto de poner energía positiva
en el universo a través de la gratitud invita a que la energía positiva de los
demás vuelva a nosotros de alguna manera. Desde la perspectiva de la mecánica
cuántica, el universo es como un mar de energía que está compuesto por todos
nosotros. Por tanto, nuestros pensamientos crean un efecto dominó, muy parecido
a una piedra arrojada a un estanque, que afecta a todos y a todo en el
universo. O, como dijo el famoso poeta Rumi: “No eres una gota en el océano.
Eres el océano entero en una gota”.
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