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sábado, 29 de julio de 2023

LA ORACION - COMO REZAR PARA SANAR

Cualquier persona, independientemente de la religión que profese o incluso si no profesa ninguna, en algún momento de su vida ha rezado de alguna u otra manera.

De hecho, pienso fervientemente que las oraciones más profundas no son las oraciones como las conocemos o que pertenecen a alguna religión o culto.

Para mí, rezar es cuando uno adopta una actitud de escucha sin necesidad de pronunciar una sola palabra. Creo que es posible mejorar la manera de rezar en sí, si en vez de realizarlo en forma de petición como "Por favor, haz que esto o lo otro suceda" o "Por favor, envíame esto o aquello", lo utilizamos como un camino para llegar a la paz interior. No es necesario utilizar palabras que se basan en conceptos o peticiones, podemos ir más allá.

En vez de utilizar una oración, podemos perfectamente usar una afirmación. Esto no significa que quien esté acostumbrado a rezar las oraciones convencionales no pueda seguir haciéndolo, pero por qué no probar con un sistema que puede llevarlo mucho más lejos…

Por ejemplo, una afirmación como "Yo soy la Luz del mundo", pronunciada por Jesús, es una afirmación y también un concepto que apunta a una realidad mucho más profunda. El hecho de pedir esto o aquello nos ancla en la dualidad, porque olvidamos que Dios y nosotros somos UNO.

La oración como la conocemos implica que hay un Dios y un hombre pidiéndole a Dios, y al final esto no es más que una ilusión, porque cada uno de nosotros es una expresión de Dios.

Como comentaba antes, está bien continuar rezando si ya se tiene por costumbre, pero estaría bien ir alejándose poco a poco de pedir a otro que haga algo por nosotros porque esto es lo que nos mantiene atrapados en la dualidad.

Las afirmaciones, si se hacen de manera correcta, puede sustituir hermosamente a cualquier oración.

Veamos un ejemplo:

"Estoy curado, completo y en paz".

Después de pronunciar esta afirmación desde el corazón, permitamos que haya un espacio de silencio porque es precisamente ese momento de silencio el que tiene el poder para modificarlo todo en la vida. En ese espacio sumido en el silencio podemos experimentar que ya estamos completos aunque la forma externa aun nos diga algo distinto. Es de esta manera cómo se hacen realidad nuestros deseos y no pidiendo a través de una oración.

Veamos otro ejemplo. Imaginemos que estamos intentando curar o sanar a otra persona, ya sea que estemos con ella presencialmente o que la visualicemos o incluso que nos venga a la mente esa persona sin haber pensado en ella. Imaginemos que esa persona está enferma y la tenemos en la mente de la forma que sea, la curación más poderosa es cuando podemos sostener la imagen de esa persona y profundizar en nuestro interior sin ninguna intención porque es en nuestro interior donde reside la totalidad de la vida, no solo de la nuestra sino de toda la vida, de todo el universo.

Es en ese universo donde nada se necesita y por tanto no es necesario agregar nada. En ese espacio de nuestro interior encontramos también a la totalidad de esa persona que tenemos en mente porque no hay que olvidar que TODOS SOMOS UNO. Esa es la única realidad.

En ese nivel más profundo que va más allá de la forma, o dicho de otro modo, en ese nivel más profundo donde somos uno con Dios, esa persona ya está totalmente curada. Y lo único que hemos hecho ha sido pasar de la forma a lo informe o a la no-forma.

Este es un tipo de curación muy hermosa y también muy efectiva. Hay un libro, que he dejado en mi Biblioteca personal, llamado "El Arte de la Sanación Espiritual" de Joel Goldsmith, un afamado sanador que murió en 1964, que trata este tema en profundidad. El libro original está en inglés (The art of spiritual healing), aunque he dejado también un breve resumen con el título El arte de la sanación espiritual que puede ser de mucha ayuda. 

En él se muestra como se puede sanar una condición de enfermedad que necesita ser curada sin ni siquiera conocer esa condición ni pensar en ella en absoluto. Sino solo centrándose en la realidad esencial de ese ser humano, que es a la vez uno con la realidad del propio sanador, y entrar en una profunda quietud porque no se necesita nada más.

Como cuenta él mismo, el señor Goldsmith a menudo recibía llamadas telefónicas, a veces en mitad de la noche, de alguien que necesita desesperadamente curación. En la llamada le indicaban el nombre de la persona y de lo que padecía, por ejemplo, a Rosa le pasa esto o aquello, y lo que hacía él en ese momento era colgar el teléfono y no entrar en absolutamente ningún pensamiento.

En el momento en que había escuchado el nombre de la persona y lo que le sucedía, inmediatamente lo soltaba y entraba en ausencia de pensamiento o meditación solo por dos o tres minutos. Solo unos minutos de silencio, ausencia de pensamiento y presencia o consciencia absoluta eran capaces de sanar a la persona enferma. Podríamos llamar a esto la perfección absoluta del reino de la no-forma o reino de Dios.

La buena salud era la esencia de esa persona que necesitaba sanación. Por tanto, tomamos la forma y la llevamos al mundo de la no-forma donde no existe esa forma a la que llamamos enfermedad.

Al hacer esto nos encontramos que ninguna condición humana, sea la que sea, necesita ser tratada porque en ese espacio todo está bien y no se necesita nada. Esta peculiar forma era su manera de curar y lo hacía muy bien.

Podríamos llamarlo la última forma de curación o también la oración no dual porque no se basa en la dualidad Dios-Hombre. Así es como podemos ir más allá de la oración, yendo a la fuente misma de la que somos inseparables. No necesitamos decir "Por favor, Dios, sana esto o aquello".

En vez de hablarle a Dios, escuchémosle. Parémonos a escuchar en silencio sin más. Escuchar significa entrar en un campo de atención pura, de consciencia. No significa esperar una respuesta porque entonces no estaríamos escuchando sino esperando, y lo que queremos hacer es simplemente escuchar sin esperar nada. Solo pura atención. Este tipo de "oración", por llamarlo de manera inteligible, es la más profunda que podamos encontrar y sin necesidad de pronunciar una sola palabra.

Esa es la actitud en la verdadera oración, donde ésta se convierte también en meditación y donde no se requiere una respuesta. Es suficiente estar en silencio para que llegue una respuesta o que algo se resuelva al momento. Solo escuchar.

Cuando veamos cualquier problema en este mundo, cualquier perturbación, alguien que necesite ayuda de algún tipo, incluso algún problema que tengamos en nuestra propia mente, simplemente adentrémonos en la presencia o consciencia y mantengamos la escucha.

El silencio y la escucha son las formas de hablar en la consciencia. Podemos decir simplemente: "Estoy escuchando" y escuchar nada más.


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