Dios está en mí como yo. Esta frase tan simple está llena de un valor incalculable porque nos conduce a la certeza de que tod@s debemos ser como somos, mantener nuestra esencia y jamás cambiar por nada ni por nadie, porque en esa personalidad, en esa manera de ser genuina reside el mismo Dios.
Tod@s
somos distintos aun proviniendo de la misma cuna. Tod@s tenemos en nuestro
interior la esencia de Dios, la esencia divina que mueve y crea este y los demás
universos. Si nos aferramos con fuerza a quienes somos, sin que la opinión de
los demás nos influya de ninguna manera, nos estaremos acercando a Dios. Cuanto más seamos
nosotros mismos, manteniendo un corazón limpio, más viviremos en nosotros la experiencia de ese Dios sabio, cercano, compasivo,
comprensivo y misericordioso.
Manteneos impasibles
ante las opiniones ajenas y nunca dejéis de ser lo que vuestro corazón dicte
que seáis, sea lo que sea, porque entonces sentiréis a Dios en su máxima expresión.
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