La
causa de todo sufrimiento es la dependencia del yo. Siempre es importante averiguar
cuál es la causa del problema que nos aflige en un momento determinado para
poder solucionarlo cuanto antes. Espero que os agrade y sea útil.
Hay un
ejercicio muy útil que nos puede ayudar a reconocer un problema concreto. Para llevarlo
a cabo, siéntate cómodamente en un lugar donde nada pueda distraerte. Relaja el
cuerpo y la mente tanto como puedas. A continuación, inspira profundamente un
par de veces e imagina que todas tus preocupaciones salen expulsadas con el
aire en cada exhalación. Puedes repetirlo cuantas veces sea necesario hasta que
te relajes por completo.
Siéntete
tranquilo, despejado y expandido. Relájate sintiendo esa paz. Seguidamente y
despacio, contempla el problema al que te enfrentas. Obsérvalo y siéntelo. Reconoce
su presencia. Recuerda cuándo, dónde y cómo surgió ese problema. Retrocede
mentalmente hasta el momento, el lugar y la causa más remotos para llegar a su
origen. Busca la posible forma, el color, la temperatura y la ubicación del
problema.
Retroceder hasta la fuente original de los problemas es muy beneficioso. En primer lugar, con sólo contemplar las causas y sentirlas ya estamos poniendo remedio a la situación. Además, recordar el pasado produce una sensación de tiempo y espacio mayor que la que tenemos normalmente, y al abrirnos a una perspectiva más amplia el problema nos producirá menor ansiedad. Finalmente, si buscamos la raíz podremos atajar la causa misma del problema y eliminarlo como si fuera una mala hierba mediante la meditación y la relajación, por ejemplo.
No
debemos obsesionarnos con encontrar y comprender completamente la causa de
todos nuestros problemas, es mejor analizar las causas poco a poco, a medida
que se nos van revelando.
Mientras
lo hacemos, también deberíamos practicar la compasión hacia nosotros mismos y
hacia los demás.
Por ejemplo, si creemos que nuestros padres cometieron errores que nos han perjudicado, debemos verlo con claridad y, al mismo tiempo, tener presente que ellos eran víctimas de la ignorancia, el deseo o el odio, como los demás, incluidos nosotros. Deberíamos compadecernos de ellos, y también alegrarnos de tener ocasión de romper la cadena de la ignorancia que seguramente perjudicó a muchos padres e hijos de nuestra familia durante varias generaciones. Podríamos reaccionar diciendo: 'Es una gran suerte que ahora yo lo comprenda y pueda neutralizar un veneno que ha perjudicado tanto tiempo a nuestra familia'.
Por ejemplo, si creemos que nuestros padres cometieron errores que nos han perjudicado, debemos verlo con claridad y, al mismo tiempo, tener presente que ellos eran víctimas de la ignorancia, el deseo o el odio, como los demás, incluidos nosotros. Deberíamos compadecernos de ellos, y también alegrarnos de tener ocasión de romper la cadena de la ignorancia que seguramente perjudicó a muchos padres e hijos de nuestra familia durante varias generaciones. Podríamos reaccionar diciendo: 'Es una gran suerte que ahora yo lo comprenda y pueda neutralizar un veneno que ha perjudicado tanto tiempo a nuestra familia'.
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