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miércoles, 11 de julio de 2018

NADA MAS QUE LA VERDAD - RAMTHA (CANALIZACION)

Sabias palabras de Ramtha, uno de mis guías preferidos. Con Él comparto muchas de las enseñanzas que me son transmitidas a través de mis propios Guías y Maestros. Bendecidas sean. Espero que os agrade.

«Hay verdad en todas las cosas, maestro, pero también hay refinamiento, porque cada momento refina la verdad. Por eso. Dios no existe en un estado de perfección, sino más bien en un estado de transformación. Cada entidad progresa continuamente en su entendimiento para abarcar una verdad más ilimitada. Y de acuerdo con su entendimiento, momento a momento, esa será la verdad como él la ve, como él la conoce.»
Ramtha.

Estudiante: Siento que he pasado toda mi vida yendo de una religión a otra y, más recientemente, de un maestro a otro, tratando de entender de qué trata este asunto de Dios y de la vida. Estoy realmente confundido, Ramtha, Porque cada uno tiene algo diferente que decir. Y aunque muchas cosas son las mismas, todos enseñan cosas diferentes. ¡Y algunas de ellas son incluso totalmente opuestas!

Por ejemplo, tú dices que no existen «el bien y el mal», y que Dios nos ama sin importar lo que hagamos. En cierta manera, lo que tú enseñas tiene mucho sentido para mí, pero es muy diferente de lo que enseñan otros. Y algunas de las cosas que dices parece que van un poco «más allá» en cierto sentido. porque son muy diferentes de lo que me han enseñado toda la vida.
Estoy confundido Ramtha. No sé a quién creer. ¿Cómo determino qué es realmente cierto, qué es la verdad?

Ramtha: Primero, maestro, ¿qué quieres decir con el término «más allá»?
Estudiante: Bueno, lo que quiero decir es que uno tiene que estirar sus pensamientos para entender o aceptar algunas de las cosas que tú dices.
Ramtha: ¿Dirías tú que el infinito y el siempre jamás están «más allá»?
Estudiante: Bueno, sí, en cierto sentido.
Ramtha: Entonces mis enseñanzas van de hecho «más allá», porque ahí es adonde te van a llevar, directo hasta los perímetros del siempre jamás. Ahora, dime, maestro, ¿qué no es verdad?
Estudiante: Bueno, por ejemplo, la imaginación, la fantasía. Aquello que no se corresponde con la realidad.
Ramtha: ¿De verdad? ¿Qué son la imaginación y la fantasía?
Estudiante: Pensamientos que entretienes en tu mente, cosas que inventas en tus pensamientos.
Ramtha: Y cuando contemplas esos pensamientos, ¿no son reales? ¿No son una realidad en tu conciencia? ¿No son una verdad en el pensamiento?
Estudiante: Sí, pero quizá lo sean solamente en mi mente. Ellos no se corresponden necesariamente con la verdad de las cosas en la vida real.
Ramtha: Sabes, maestro, todos desean conocer cuál es la verdad. Pero si hay una verdad, ¿qué son todas las demás cosas que también son realidad en conciencia?
¿Sabes cuál es la verdad? Que no la hay. El no haberla significa que todas las cosas lo son.
Todas las cosas son verdad, maestro. No hay nada que no lo sea, porque todas las cosas derivan del pensamiento, que es Dios. Y Dios no es un solo pensamiento formulado; él es la realidad de todos los pensamientos.
Todas las cosas son reales, porque a todas se les ha dado autenticidad a través del pensamiento y tienen un propósito de ser. Lo que tú llamas imaginación y fantasía son algo ciertamente real, pues ambas están constituidas de pensamiento y propósito.
Estudiante: ¿Incluso si no se corresponden con el mundo de afuera.
Ramtha: El mundo «de afuera», al que tú llamas «real», maestro, es sólo la ilusión y la creación de la mayor realidad de todas, que es la realidad invisible llamada pensamiento y emoción. ¿Cómo crees que todo su mundo «de afuera» llegó a existir? Fue creado por la imaginación y la fantasía. Y una vez que se convirtió en realidad en su forma material, incitó más imaginación y fantasía, pues una cosa engendra a la otra, y las dos son de hecho reales.
Cada cosa creada en el pensamiento, todo cuanto existe en la conciencia —se manifieste o no en la forma llamada realidad material— es verdad, maestro.
Estudiante: ¿Por grotesco que sea?
Ramtha: Ciertamente, entidad, porque sólo las actitudes determinan lo grotesco. Cada pensamiento que contemplas en tu mente es verdad, porque está vivo en conciencia; y así, es parte de la realidad más grandiosa llamada la mente de Dios, la plataforma desde la cual emerge toda la vida.
Ahora veamos, maestro, si podemos ayudarte un poco en tu confusión.
Dios el Padre es pensamiento, la verdad de todo pensamiento. Y lo maravilloso de Dios es que él, en verdad, carece de ley, porque si el Padre tuviera leyes estaría limitado. Pero el Padre, al ser ilimitado, permite opciones a su verdad y pensamiento ilimitados. El Padre les ha dado a cada uno de ustedes la voluntad de aceptar y crear desde el pensamiento cualquier verdad que complemente su propia individualidad, y así percibir la verdad de acuerdo con sus deseos y su progresión única hacia la sabiduría. Y el Padre, la vida, se convertirá en cualquier verdad que creen con el pensamiento, para que puedan experimentar y entender esa verdad, esa dimensión de pensamiento llamada Dios.

La verdad es sólo lo que un individuo percibe como tal. La verdad es una opinión, una actitud, una creencia que se ha convertido en absoluta en el pensamiento creativo. Sin embargo, la opinión de cada cual sobre cualquier cosa diferirá, a menudo vastamente, porque cada uno ha formulado esa opinión basándose en sus experiencias únicas y en el entendimiento o confusión que haya obtenido en su alma, no sólo durante esta vida, sino durante todas las vidas vividas antes que ésta. De esta manera, una entidad creerá que algo es verdad, mientras otra quizás no. Ambos no pueden comprenderse mutuante, porque ellos no han sido la misma persona, ni han tenido las mismas experiencias colectivas.

¿La verdad de quién es la correcta? Las dos lo son. Las dos son verdaderamente ciertas. Porque cada uno está expresando la verdad que su experiencia y conocimiento le han permitido percibir. Pero si la verdad de alguien es que su verdad es la única correcta, su entendimiento está limitado.

Cada entidad creará y aceptará en su sueño —de acuerdo con su experiencia y su propia necesidad, y con el propósito de realizarse a sí misma— cualquier verdad que desee experimentar para su evolución hacia la sabiduría. Y con motivo de dicha experiencia, cada cual buscará las fuentes de la verdad que apoyen lo que él quiera creer. Por ello, habrá tantos grupos de verdad únicos como dioses habiten este plano, pues cada entidad posee la voluntad, el derecho y la necesidad de crear la verdad de diferente manera.

Entonces, cualquier cosa que leas u oigas sobre un maestro es su percepción de la verdad, como él la ve, como él la ha aprendido, como él la ha creado, como él la está experimentando. Si tú tuvieras diez maestros ciertamente estarías en una gran confusión, pues la verdad de cada uno sería diferente. Y ciertamente encontrarías que la percepción de la verdad en uno y otro se amoldará a lo que tú necesites en ese momento. Pero si, al mirarlos a todos, tratases de distinguir quién está diciendo la verdad, te darías cuenta de que todos la dicen. Lo que debes decidir es hasta qué grado quieres convertirte en una verdad en particular, porque cualquier verdad que tú aceptes se convertirá en una realidad experimentada en tu vida.

Hay grandes maestros en su plano, y son magos de todo tipo, ya que pueden realizar y manifestar milagros y maravillas. Pero ellos aún creen en la muerte, y por eso, morirán. Incluso habiendo progresado inmensamente en su aprendizaje, todavía no han extendido su comprensión más allá de las limitaciones de la muerte, hasta el entendimiento de que la vida es realmente la continuidad del ser. Así pues, si tuvieras que aceptar sus verdades como la única verdad, tú también podrías convertirte en un mago, pero también morirías. ¿Lo ves?

Hay verdad en todas las cosas, maestro, pero también hay refinamiento, porque cada momento refina la verdad. Por eso Dios no existe en un estado de perfección, sino más bien en un estado de transformación. Cada entidad progresa continuamente en su entendimiento para abarcar una verdad más ilimitada. Y de acuerdo con su entendimiento, momento a momento, esa será la verdad como él la ve, como él la conoce.

Tomemos una flor como ejemplo. ¿No es verdad que la flor es un capullo? Efectivamente. Cuando la flor se abre, ¿es acaso mentirosa porque ya no es un capullo? No, está en un estado de verdad progresiva. ¿Y es la flor mentirosa cuando caen sus pétalos y dejan de existir? ¿Qué es entonces? Está en un estado más avanzado de su verdad.

Cualquier enseñanza que escuches o leas, cuya fuente divulgue leyes, o limite al hombre, o divida al Ser en bueno o malo, o diga que Dios es una entidad singular en vez del Ser de todo lo que es, cualquier enseñanza de este tipo procede de entidades que simplemente han aceptado eso como su verdad y se sienten obligados a darla al mundo. Esa es su verdad, maestro, y ellos no están equivocados. Pero una verdad más amplia y refinada es que cualquiera que enseñe que la vida es limitada en cualquiera de sus aspectos, no ha progresado en su entendimiento tanto como otros lo han hecho. Pues, ¿acaso Dios es limitado? Si lo fuera, maestro, la vida no sería siempre continua y tú ni siquiera tendrías la opción de estar confundido.

Lo que yo enseño es, ciertamente, una verdad maravillosa, pues ¿quién se atreve a decir que Dios no posee leyes? Así no se lo puede utilizar para controlar y esclavizar a otros. Porque el Padre, la suprema conciencia, existe, verdaderamente, sin la limitación de leyes, juicios y finales. Cuando tú progreses en tu verdad y abarques este entendimiento ilimitado, entonces experimentarás y entenderás realmente el amor, la alegría y la continuidad que el Padre es.

Cada uno, maestro, sabe sólo hasta el grado en que lo desee y se lo permita. Y la mayor parte del conocimiento en su plano está construida sobre el miedo, la supervivencia y las polaridades del entendimiento; está construida sobre el juicio y la separación de las gentes, sobre la creencia de que el hombre es una criatura «caída» que no posee divinidad. Pero el hombre es Dios, maestro. Así pues, juzgar al hombre es juzgar a Dios, limitar al hombre es limitar a Dios. Separar al hombre de su divinidad, es robarle a Dios la divinidad.

Si lo que tú lees o escuchas de un maestro limita tus procesos de pensamiento, está de hecho limitando los procesos de pensamiento del Padre. Escucha lo que se dice y cómo se dice. Si limita, separa o divide, entonces es una Verdad limitada de una entidad que aún debe progresar hacia un entendimiento más ilimitado.

Lo que inevitablemente se aprende de todos estos maestros, es que únicamente tu eres tu máximo maestro, porque sólo tú sabes qué es lo mejor para ti. ¿Cómo puede alguna otra persona saberlo cuando ella está ocupada viviendo su propia vida y valorando la verdad desde su propio punto de vista? Sólo tú puedes saber qué experiencia necesita tu alma para tu propia realización. Sólo tú puedes ser el dador de tu propia verdad, porque la verdad la ordena y establece uno mismo. Y dicha verdad no se encontrará a través de entendimientos científicos o intelectuales, sino más bien a través de un entendimiento emocional, pues la verdad es un sentimiento, un saber interior, no es algo intelectual. Saber lo que es verdad para ti es saber lo que tú sientes que es verdad.

Estudiante: Pero, Ramtha, ¿cómo puedes tú sentir que algo es verdad si no está apoyado por hechos, o si es quizás contrario a lo que la ciencia ha descubierto como verdad?
Ramtha: Maestro, nada puede probarse con lo que tú llamas hechos, pues los hechos cambiarán a medida que el conocimiento de la humanidad evolucione y cambie. Todo es una conjetura, porque la realidad está continuamente creándose y evolucionando por medio del pensamiento y la emoción. Los hechos son sólo las manifestaciones materiales corrientes de la conciencia colectiva, pensamientos colectivos abrazados en la emoción por la totalidad de la humanidad.

La prueba, maestro, está en los sentimientos, en la emoción, porque eso es lo que dio realidad al hecho en primer lugar.

¿Cuál es la máxima realidad, la máxima verdad? No son los hechos, maestro. Son los sentimientos que te embargan al aceptar los hechos como realidad, como verdades del pensamiento. Ese es el auténtico hecho: la emoción, que es la más grande de las realidades. Ahí es donde yace toda la verdad. Cualquier cosa que elijas creer, maestro, así será. Entonces, elige ahora lo que sea apropiado para ti, lo que desees creer.

Estudiante: Pero, Ramtha, yo no entiendo cómo puede ser eso. Por ejemplo, en los tiempos en que la mayoría de la gente creía que la Tierra era plana, si la mitad de los marineros de un barco creía que la Tierra era redonda y la otra mitad que era plana, y partían mar adentro, ¿qué le pasaba al barco?
Ramtha: Los que pensaban que era plana, maestro, se tiraban por la borda. El «cielo» prohibía que se probara su error. Los que pensaban que era redonda continuaban el viaje. ¿Ves?

Aquellos que creían firmemente que la Tierra era plana nunca se aventuraron hasta sus confines para descubrir algo diferente, pues estaban seguros de que era plana. Los que creían que era redonda navegaron a su alrededor una y otra vez. Y estaban convencidos de que era redonda. Sin embargo, no sabían que de hecho no es redonda. Es más bien achatada, como a punto reventar, es plana por arriba y por abajo; y además es hueca. Pero aquel que cree firmemente que es sólida, nunca conocerá otra cosa, pues nunca concebirá ir al interior de la Tierra para descubrir algo diferente. Eso porque su entendimiento es limitado, sin embargo, sigue siendo verdad.

Sé ilimitado en tu verdad, maestro. Sabe que tu mundo es redondo. Pero si deseas ser aún más ilimitado, sabe que es plano por arriba y por abajo. Y para ser incluso más ilimitado, entidad, sabe que el centro de tu Tierra está habitado. ¡Pero ve e intenta decirles esto a tus científicos!

Si lo que tú crees es de forma limitada, esa es tu verdad, y es correcta y precisa. Si crees de forma ilimitada, esa será tu verdad, correcta y precisa. Pero si estás buscando algo en qué creer, no creas en ninguna de las dos. ¡Cree en ti! No existe entidad, cosa o realidad que sea más grande que tú, pues tú eres el dador de toda verdad, el creador de todas las realidades, y quien dispensa las leyes dentro de tu reino.

Ahora, lo que yo diría a cualquier entidad es esto: ve y aprende de tus maestros o tus religiones hasta que te aburran o ya no tengan sentido. Entonces busca la respuesta que sientas correcta dentro de tu alma. Tu alma sabe cuál es la verdad y ella te lo dirá a través de los sentimientos. Cuando la verdad se siente bien, esa es tu alma regocijándose, porque la máxima verdad es la libertad ilimitada, aquello que te permite experimentar cualquier verdad que desees.

La verdad es una limitación, maestro. Decir que algo es verdad indica que existe la falsedad. Pero en un entendimiento mayor no hay ni verdad ni falsedad, sólo el Ser de la vida, siempre continua y en evolución. La vida es la única realidad, y de ésta emerge toda la verdad, pues la verdad se crea y se desarrolla cada momento mediante cada pensamiento que tú tienes. Así, en cualquier momento puedes cambiar de opinión y pensar algo diferente, y ambas cosas son verdad, ambas son principios reales, pues las dos son opciones para el entendimiento emocional.

No hay otra realidad más que la vida y las opciones. Cuando comprendes que todo es verdad y al mismo tiempo nada lo es, que sólo existe el Ser, entonces puedes percibir que la verdad es cualquier cosa que tú determines que sea. Y será absoluta siempre que tú lo reconozcas como tal. En el momento en que no reconozcas ni le des crédito a esa verdad, ya no será real. Por eso este es el plano de las realidades creativas.

Cualquier verdad que crees en tu vida, sabe que también puedes cambiarla. Lo que te permite ser soberano es saber que puedes ser y convertirte en cualquier cosa que quieras, y que tienes la capacidad de cambiar tus planes en cualquier momento que lo desees.

¿Cuánto tiempo necesitas para sentirte feliz? Sólo lo que tardes en pensar felicidad, y empezarás a resplandecer. ¿Cuánto tiempo necesitas para sentirte desesperado? Sólo lo que tardes en pensar la desesperación, y te convertirás en ella. ¿Cuál es la verdad que subyace en esto? Que tú tienes la opción de convertirte en una u otra en cualquier momento, y que puedes cambiar tu expresión siempre que lo desees. Esa es la libertad con la que el Padre te ama. Cuando conozcas esta verdad dentro de tu ser, trascenderás tu limitación hacia tu divinidad. Y mientras otros se dejen gobernar con leyes, morales e ideales, tú serás una entidad libre, porque no pertenecerás a ninguna verdad más que a la tuya propia.

Solamente recuerda esto: todo aquello en lo que creas, es. Siempre que creas en una cosa, se convierte en verdad en una realidad emocional dentro de tu ser. Es por eso que todo el mundo está siempre en la cima de la verdad, no importa cuál sea su punto de vista. Tu realidad creativa será siempre diferente de la de todos los demás. Y cuando a otros les resulte completamente imposible ver tu realidad, será sólo porque están inmersos en las ilusiones de la suya propia.

Cuando entiendas que la verdad es y puede ser todas las cosas, es porque habrás experimentado todo sin limitarte. Entonces podrás participar activamente en todas las experiencias y tener conocimiento de ellas. Entonces serás libre, porque ya no estarás esclavizado por los conceptos o el entendimiento intelectual que dicen «así son las cosas», cuando lo que son, es verdaderamente todo aquello que pueda ser definido en pensamiento.

Esta verdad que te doy, maestro, proporciona un estado del ser más ilimitado, porque en su virtud y contexto abarca la verdad de cada uno, y permite que todas las verdades coexistan en armonía. Cuando abraces este entendimiento, entonces podrás decirte a ti mismo: «En la verdad que expreso, soy polifacético. No soy una verdad, sino todas las verdades». Entonces ya no estás inhibido en tu flujo creativo o enclaustrado en una forma única de vivir y de ser.
Sé quién eres, no bajo la dirección de Ramtha o Buda o Jeshua, ni ningún otro maestro, pues ninguno puede enseñarte sobre tu propia divinidad; ellos sólo pueden enseñarte sobre la suya. Para culminar tu destino debes llegar a ser quien eres, y lo que tú solo eres. Si tratas de vivir de acuerdo con el plan de vida de otro, nunca te convertirás en eso. El único camino por el cual llegarás a entender quién eres, y ese fuego que vive dentro de ti, es el de la verdad de tu propio entendimiento emocional.

Ama lo que eres decididamente. Y escucha a Dios dentro de ti, que te habla en un tono muy sutil. Se llama sentimientos. Los sentimientos, si los escuchas, te hablarán de tu verdad y de tu camino hacia la iluminación.

Vive la verdad que sientes dentro de ti. Vívela y manifiéstala para que dé testimonio de tu gloria. Cuando lo hagas, entonces habrás valorado, vivido y entendido la vida desde tu propio punto de vista, y tal como tú la percibas estará bien. Sé tu propio instructor, tu propio salvador, tu propio maestro, tu propio Dios.

Cuando contemples la simplicidad de esto, ello te llevará hasta la libertad de entender. Entonces no te quedarás atrapado intentando determinar lo que es verdad y lo que no lo es, lo que es real y lo que es una ilusión. Cuando empieces a apartarte de las leyes de los dogmas religiosos y las creencias, y dejes de esforzarte por vivir la verdad de otro, entonces serás libre de expresarte a ti mismo y experimentar las cosas que tu alma te pide, para que puedas satisfacer cualquier conocimiento o entendimiento que no poseas. Y de esta manera, por medio de la experiencia y la emoción, tú, a tu propio y singular paso, te conviertes en Dios, momento a momento. ¿Y dónde va a concluir tu eternidad? En ningún lugar, pues tú eres continuo para siempre.

Cuando aprendas que cada momento en que vives estás refinando tu propio Yo dogmático, y te permitas hacer eso sin culpa ni juicio, entonces, un día te convertirás en la verdad de todo pensamiento, la plataforma de la cual brota toda la vida. Pero no puedes convertirte en esto hasta que no te apartes de la conciencia colectiva del hombre —con sus leyes, ideales e identidad, de masa— y te permitas ser el Ser de tu propia verdad, de tu propio e intencionado Yo.

Durante mucho tiempo el hombre se ha separado de su divinidad al suprimir enteramente sus opciones y crear leyes en su lugar. Pero los vientos de cambio están llegando a este plano para traer una novedad, un discernimiento en cada uno, un desbancamiento de lo que ha sido considerado como absoluto. Estoy complacido de que hayas venido para ser parte de ello, pues tu vida será mucho más gozosa desde este día en adelante. Porque, ¿a quién tendrás que dar explicaciones? A nadie, sino a ti mismo. ¿Y qué es la verdad? Todo aquello que el Yo decrete como tal, ya que todo lo que creas, así será; y en todo lo que creas, te convertirás. Si sabes eso, enseñarás a muchos, solamente por la manera como vivas.
Nunca busques la verdad, simplemente sé. Siendo, eres uno con universos infinitos.

Estudiante: Tengo mucho que contemplar.
Ramtha: Ciertamente, maestro. ¡El Ser! Que así sea

* * *

Estudiante: He estado practicando la astrología durante muchos años y deseo saber si hay algo que puedas decirme que me ayude a ser más efectivo con mis clientes.
Ramtha: En primer lugar, maestro, dime por qué te deleitas en esta práctica.
Estudiante: Porque creo que las estrellas y los planetas ejercen una influencia en nuestras vidas, y que al estudiarlos podemos conocer y entendernos mejor a nosotros mismos y nuestro destino.
Ramtha: ¿Sabes, maestro? El hombre siempre ha observado fijamente el misterio silencioso de las estrellas en los cielos en busca de su tierra natal, porque él sabe, instintivamente dentro de sí mismo, que viene de un lugar mucho más grande que la cabaña en que nació. Cuando el hombre empezó a investigar las luces del cielo nocturno, descubrió, para su sorpresa, que se movían; y al tiempo que éstas se movían las estaciones se movían con ellas. Y cuando observó un poder en ellas que no podía controlar, supuso que su movimiento también debía ser responsable de las suertes y desgracias que acontecían en el reino del hombre.

Muchos sabios y profetas han usado esta poderosa fe en las estrellas para gobernar y dominar imperios. Y si sus profecías de peligro se volvían realidad, ¿quién era el responsable? Ciertamente no lo era el vidente. Entonces debían ser las «condenadas estrellas» las que causaban que aquello ocurriera. Sin embargo, las estrellas, en su silencio, nunca han sido capaces defenderse y proclamar su inocencia.

Yo te diré esto, maestro: cada uno de los que estamos aquí es un dios que fue creado con libre albedrío. Y en el comienzo, ustedes, los seres de luz, como entidades soberanas, usaron esa voluntad libre para crear las estrellas, los planetas y todos los universos, visibles e invisibles. Ustedes son también los dioses que más tarde crearon los cuerpos que poseen, y éstos son mucho más grandiosos que cualquier universo. Ustedes son, en este preciso momento, los mismos dioses que aún poseen la misma y poderosa creatividad que poseían al principio. Y en todos estos eones de tiempo nunca han creado nada que los controle, a menos que crean que lo hace. Y aun así, siguen siendo quienes controlan su vida, porque al haber aceptado la creencia de que están controlados por algo fuera de su ser, han permitido que así sea.

Hay muchos que creen en la astrología. Y ésta posee, de hecho, su verdad, ya que es aceptada como tal. Pero llévala un poco más lejos y pregunta: «¿Quién es el dador de esta verdad?» «¿Cómo pueden las estrellas y los planetas en su movimiento ser más poderosos que los dioses que los crearon en primer lugar?»

Lo que tú eres, maestro, nunca podrás descubrirlo basándote en los movimientos de tus cielos. Y con respecto a los movimientos de los planetas y las estrellas determinando nuestro destino, esto no es así. Porque si esto fuera verdad, ¿qué serían los sueños, la imaginación, la creatividad o la vida misma?

En cada una de tus vidas sobre este plano naciste bajo un gran número de estrellas, todas ellas brillando en aquel momento. Decir que tu destino está controlado o influenciado por unas pocas y escogidas, no sólo carece de sentido, sino que además te roba la libertad e inocencia de expresar tu vida y el Dios que tú eres.

Los dioses han creado muchos juegos, y la astrología es uno de ellos. Y a veces es un juego muy peligroso porque infunde en la entidad un miedo al futuro y predetermina sus futuros días de emoción. Todos los que piensan que los astrólogos poseen una inteligencia sabia que lo conoce todo, están literalmente poniendo sus valiosas vidas en las manos de otro, y yo no estoy de acuerdo con eso.

Así como su astrología, también son juegos su dogma religioso, su política, su mercado, y cualquier cosa que permitan que los esclavice de manera que puedan jugar al juego de la supervivencia.

Aquellos que practican la astrología son verdaderamente hermosos en su sincera preocupación por los demás y su deseo de ayudarlos. Y estudiar las estrellas es algo maravilloso, pues ellas son hermosas en su movimiento y encantadoras en su misterio. Pero si basas tu vida en ellas, maestro, no eres más grande que los gases que las forman.

La astrología es sólo una herramienta; es sólo un juego. La auténtica verdad viene de la entidad que abre la boca para decir: «¡Ah! He determinado lo que tu futuro traerá», porque lo ha visto en el campo electromagnético que rodea a la entidad para quien está haciendo esto. Si dejaras de lado el juego y le dijeras al cliente estas mismas cosas, ciertamente se asombraría. Pero por supuesto, no sería tan fascinante como decirle que cierta estrella tiene la culpa, y que él es parte de algún plan cósmico y divino. Así ocurría con los sabios de la antigüedad, que miraban a través de bolas de cristal, encendían fuegos, miraban fijamente el agua, producían explosiones, bebían vino y elixires y toda clase de cosas, sólo para comunicar una verdad haciéndola más aceptable.

El hombre siempre ha mirado fuera de sí mismo para encontrar respuestas y razones a su suerte y a su destino. Siempre ha sido más cómodo echar la culpa a las estrellas silenciosas, al gobierno de algún rey, o a la «voluntad de Dios», que mirar hacia dentro, al creador de los universos. Siempre ha sido más fácil buscar sacerdotes, profetas y videntes para pedirles orientación, que creer que uno mismo es lo suficientemente sabio para ser el dador de ella.
Mientras sigas mirando fuera de ti mismo en busca de razones y respuestas, nunca oirás a la voz que tienes dentro, el dador de toda verdad y el creador de todo lo que existe, siempre estarás en manos de creencias supersticiosas y razonamientos extraordinarios que no te permitirán ver el increíble poder y el infinito entendimiento que realmente posees.

Tú, maestro, eres una entidad soberana capaz de aceptar y crear cualquier verdad que desees. Puedes convertirte en el maestro de tu reino o ser su esclavo, lo que desees experimentar. Cuando te des cuenta de que cada ser es el auténtico creador y director de su vida, el diseñador de su destino, quizás tomes ese mismo entendimiento y crees para ti mismo una vida más ilimitada. Y eso será algo grandioso para tu ser.

Cuando estés jugando con tus juegos, recuerda quién los creó. Y recuerda que el mismo creador, que puede volverse vulnerable a cualquier cosa que él desee, puede, en un instante, cambiar todo lo que no le guste y una vez más tomar las riendas de su vida.

Ahora, deseo decirte algo en relación con el juego de la astrología: los astrólogos basan sus «casas astrológicas» en doce; sin embargo hay catorce. Existe un planeta que es considerado como una estrella, pero es más bien una nebulosa. Es un planeta hermoso y muy luminoso, que ha estado aquí durante mucho tiempo. Esa es otra casa. Y en la cuna de su órbita solar ya se está formando un nuevo planeta, que surgió hace varios miles de años cuando las llamas del sol eran grandes. Con esto, maestro, son catorce. ¿Cómo pueden los astrólogos ser tan precisos cuando se equivocan por dos casas enteras?

Cuando hagas tus lecturas, maestro, deseo que hagas lo siguiente: después de haber conjurado y planeado y todo eso, cuando la lectura haya terminado, diles que los universos no son nada sin ellos; que sin ellos no habría tales cosas como las estrellas o los planetas. Eso es todo lo que tienes que decir. Ellos nunca olvidarán lo que les has dicho, porque les molestará, los animará y los hará arrogantes.

Me complace que hayas venido aquí. Tú aprenderás profundamente de esta audiencia. Muchos de los que vienen aquí, no abrazan las verdades ilimitadas que yo enseño, pues no todos están deseosos de libertad. 
Pero está bien. Ellos siguen siendo amados, están en lo cierto, y siguen siendo Dios, el creador de todas las realidades.

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