REDES

viernes, 27 de mayo de 2016

CARTA PARA QUIEN HA PERDIDO A UN SER QUERIDO

A veces es difícil encontrar las palabras justas que decir a quienes están en duelo por la pérdida de un ser querido.

¿Qué se le puede decir a alguien cuando se encuentra en ese proceso de profundo dolor?  Esa es la cuestión. Después de todo, no todos estamos entrenados como mensajeros de Dios. Much@s no tienen un título como consejeros. Tampoco se han pasado años en alguna profesión asistencial.

Esta es mi carta para ti.

Querid@ compañer@,

Lamento tu pérdida y entiendo tu pesar. Hay algunas cosas que me gustaría decirte, sin embargo, que te pueden ayudar a repintar este recuerdo en el lienzo de tu mente para que, cuando lo mires, no estés siempre triste.

Primero, debes saber que tu ser querido no ha muerto; que la muerte es una ficción y una mentira, y nunca jamás tiene lugar. Esto es lo primero, y esto es algo que debes aceptar dentro de tu Ser como una verdad del más alto orden para que todo lo que diré a continuación tenga sentido.

Segundo, si aceptamos que tu ser querido no está lo que tú llamas muerto, sino que de hecho está bien vivo, entonces debemos preguntarnos:

¿Dónde está? ¿Qué está haciendo? Y, por supuesto, ¿es feliz? 

Contestaremos a la última pregunta primero. Tu ser querido nunca estuvo más feliz ni más contento que en el momento de su transición desde esta vida terrenal. Porque en ese momento conoció otra vez la libertad más grande, el goce más grande, la verdad más maravillosa: la verdad de su propio ser y de ser uno con Todo Lo que Es.

La separación terminó para tu ser querido en ese momento, y su reunificación con el Todo de Todas la Cosas fue un momento glorioso en los cielos y en la tierra. Fue un tiempo de celebración, no de duelo, aunque el duelo es comprensible, dada nuestra limitada conciencia de lo que está pasando verdaderamente, así como la magnitud de nuestra propia pérdida personal, que naturalmente estamos experimentando.

Después de un período de natural aflicción, que con toda justicia debemos concedernos, pasa a ser entonces nuestra decisión mantenernos en ese lugar de devastación y aflicción absolutas o movernos hacia una conciencia más amplia y una verdad más grande que nos permita sonreír, incluso ante el pensamiento de su partida, aunque se diera demasiado pronto, aunque fuera abrupta, porque nada se da “demasiado pronto” o es “abrupto” en las manos de Dios, sino que todo está perfectamente sincronizado.

Si elegimos avanzar hacia esta conciencia más amplia, estamos libres entonces para celebrar en su totalidad la vida de tu ser querido, el regalo que concedió a aquellos a quienes tocó, y la maravilla de su ser y su amor incluso ahora.

La mejor forma de hacer esto es permitiendo que tu ser querido mismo sea completamente libre. Lo cual nos lleva a la primera pregunta del trío formulado más arriba: ¿Dónde está tu ser querido ahora?

En el mundo de lo absoluto en el que habita Dios, estamos en todas partes. Es decir, en términos humanos, es posible decir que podemos estar en más de un lugar al mismo tiempo. Podemos estar en dos lugares o en tres lugares o en cualquier lugar en el que deseemos estar, teniendo cualquier experiencia que deseemos tener. Porque ésta es la naturaleza de Dios y de todas las criaturas de Dios.

¿Y qué experiencia elegimos tener, entre otras? La experiencia de unidad y empatía hacia aquellos a quienes amamos, lo mismo que cuando estábamos en el cuerpo. Lo que significa que tu ser querido te ama incluso ahora, no es un sentido teórico, sino en un sentido muy real, con un amor vivo que nunca morirá. Y ese amor eterno y para siempre hace que tu ser querido (parte de la esencia que es tu ser querido) venga hasta ti, esté contigo, con tu solo pensamiento acerca de él. Porque el pensamiento que le consagramos a la persona que nos ama ejerce una atracción y una influencia que la esencia de un ser no puede negar y no negará, y nunca ignorará.

Tu ser querido está contigo incluso ahora, cuando lees esto, porque lo tienes en tus pensamientos y una parte de él está realmente ahí contigo.  Si estás en calma y muy sensible en este momento, serás incluso capaz de percibirlo, de sentirlo, quizás incluso de “oírlo”.

Esto es verdad para toda las personas en todas partes y explica los miles y miles de informes que se registran cada año acerca de “visitas” que seres queridos que se marcharon hacen a los que quedaron, informes que psiquiatras, sacerdotes, doctores y sanadores de todo tipo están ya acostumbrados a oír y no cuestionan en absoluto.

A menudo, lo que sucede es que la esencia del ser que voló hasta nosotros cuando pensábamos en él, llega a nuestro espacio lleno de amor y compasión y completa apertura hacia nosotros. Esa apertura permitirá a la esencia de nuestro ser querido conocer y comprender completamente lo que estamos sintiendo y experimentado.

Si pensamos en esa persona con tristeza, pesar y dolor, la tristeza que experimentamos le será conocida a esa esencia. Y, dado que la esencia es ahora puro amor, amorosamente buscará curar nuestra tristeza, porque le resultará imposible no quererlo hacer.

Si, por otro lado, pensamos en esa persona con alegría y espíritu de celebración, nuestra alegría le será conocida a la esencia de la persona que hemos amado tan profundamente, y esa esencia entonces se sentirá libre para ir hacia su próxima gran aventura, sabiendo que todo está bien con nosotros. Volverá, eso seguro. Volverá cada vez que se piense en ella.

Sin embargo, sus visitas serán alegres bailes en nuestra mente; maravillosas conexiones bien claras; breves, pero brillantes momentos; sonrisas plenas. Entonces, la esencia desaparecerá una vez más, contenta por el pensamiento de tu amor y de tu celebración por su vida, sintiéndose completa en su interacción contigo, interacción que de ningún modo se acaba aquí.

Ahora, en el proceso de ayudarnos a curar nuestro dolor y tristeza, la esencia de nuestro ser amado no se parará ante nada, usando cualquier herramienta, tomando prestado cualquier mecanismo, empleando cualquier método a su disposición (inclusive quizás una carta como ésta, de un completo extraño) para traernos el mensaje de su continuo goce en el lugar de su actual residencia, y la verdad de la perfección del proceso de la vida y la transición.

Cuando podemos celebrar la perfección, dejamos que la esencia y el alma de nuestro ser querido la celebre también, liberándola para las inenarrables maravillas de su realidad más amplia, honrando su presencia en nuestras vidas, en su antigua forma física, en este momento y para siempre.

Celebra, celebra, celebra!! No más tristeza, no más duelo, porque realmente no ha habido ninguna tragedia para nadie. Sí un recuerdo especial con sonrisas y lágrimas, sí, pero lágrimas de alegría por la maravilla de Quienes Somos, de Quien Es tu ser querido y del inenarrable amor de un Dios que ha creado todo esto para nosotros.

Celebra, date a ti mism@ y a tu ser querido, y a todos aquellos cuyas vidas son tocadas por ustedes dos, el regalo de tu vida: el regalo de la alegría que reemplaza a la pena, del contento que supera al dolor de la pérdida, de la gratitud verdadera y de la paz, por fin.

Las bendiciones de Dios –entre las cuales está la vida de tu ser querido y su presencia junto a ti incluso ahora- están a tu alrededor. Regresa al mundo y sé Quién Eres Realmente. Y sonríe todo el tiempo porque ahora sabes la única Verdad.

Tu ser querido no lo hubiera querido de otra forma. 

Mis Bendiciones para ti, ahora y siempre. 


fuente:encasacondios

2 comentarios:

  1. La verdad es que estas palabras me llegaron al alma,mi madre se fue en el 2010 y la verdad que duele la separación

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Yo te aconsejaría la lectura del proceso de la muerte. Son varios capítulos canalizados y sin ninguna duda ofrecen una visión mucho nas amplia de la qe se pueda tener a nivel general.

      Eliminar

DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: ESTE BLOG NO PROPORCIONA CONSEJOS MÉDICOS

La información que incluye este blog, tanto texto como imágenes, tiene solo fines informativos. Ningún material contenido en este sitio pretende ser sustituto del consejo, diagnóstico o tratamiento médico convencional.