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domingo, 25 de octubre de 2015

LA MENTE SUBCONSCIENTE

La mente subconsciente es un sirviente invisible. Realiza toda clase de tareas que de otro modo serían un lastre para la mente consciente. 

Una función del subconsciente es realizar tareas que se han hecho habituales, como conducir un coche. El subconsciente también allana el terreno para entregar a la mente consciente percepciones ya organizadas y operativas; también realiza muchas tareas memorísticas, tales como llamar a las personas por su nombre.

En comparación con la mente consciente, el subconsciente es un genio. Es capaz de darse cuenta de toda clase de detalles sutiles que no aparecen nunca en la consciencia; tiene una memoria casi perfecta y es capaz de barajar todas estas cosas mientras realiza cálculos, organiza, busca y recupera información.

El subconsciente se da cuenta de todo; la mente consciente parece ciega y tonta comparada con él. La estimulación subliminal es un caso característico. Se puede proyectar un mensaje en una pantalla tan rápidamente que no vemos más que el resplandor. A la mañana siguiente, sin embargo, este mensaje puede aparecer en un sueño. Una grabación puede acelerarse tanto que suene como un chirrido, pero de nuevo su mensaje aparecerá en el sueño de esa noche.

Esta sensibilidad extrema no se limita a una percepción aguda; también parece tener las dotes de un gran detective que puede discernir patrones sutiles. Por ejemplo, el psiquiatra británico Morton Schatzman ha demostrado que los sueños pueden resolver rompecabezas que desconciertan a la mente consciente. En un experimento, se les pidió a unos sujetos que dijeran lo que les pareciera extraño de la siguiente frase en inglés; «Show this bold Prussian that praises slaugther, slaughter brings rout» (Enséñale, a este prusiano atrevido que alaba las matanzas, que las matanzas traen derrotas).

Una mujer estudió la frase durante algún tiempo sin éxito. Luego, se acostó. En su sueño de aquella noche, le daba a una mujer un trozo de papel donde estaba escrita esa frase, y la mujer se echaba a reír. La soñadora no podía entender por qué se reía la mujer, y se fue. En la siguiente escena estaba con un grupo de gente sentada alrededor de una mesa, y todos se reían. De nuevo no sabía por qué se reían, pero una mujer le sugiere que se sentiría mejor si se quitara la cabeza. Un hombre se acerca a ella y le dice: «Demasiadas vocales, demasiadas letras». Al despertar del sueño, estudió de nuevo la frase intentando ver si la sugerencia sobre las vocales la llevaba a una solución, pero no fue así, y se volvió a dormir. Al día siguiente, se preguntó si «quitarse la cabeza» podía significar quitar la primera letra de cada palabra. Eso dio como resultado una nueva frase: «How his old Russian hat raises laughter, laughter rings out» (Este viejo sombrero ruso provoca risa, se oye la risa). El significado de la risa en el sueño quedaba ahora patente.

Además de su percepción espectacular, el subconsciente tiene una memoria casi perfecta. No olvida nada —recuerda incluso cosas que nunca fueron conscientes (la palabra criptomnesia es la que se usa a menuda para describir esta capacidad). A veces, las proezas que realiza sugieren una percepción extrasensorial o un recuerdo de vidas pasadas. Thomas Jay Hudson habla de un caso de este tipo. Una campesina analfabeta en un estado febril empezó a pontificar en lenguas desconocidas. Se llevaron sacerdotes como testigos que tomaron sus palabras al dictado y verificaron que las lenguas que hablaba eran el griego, el hebreo y el latín. Un médico, jugando a detective, investigó su infancia. Resulto ser que había crecido con un tío suyo, pastor protestante, que solía leer un alto. Entre sus posesiones había libros escritos en lenguas muertas, y los pasajes exactos citados por la chica aparecían en ellos. Por tanto, el origen del discurso sorprendente de la muchacha estaba en su subconsciente, que no había olvidado nada.

El poder de la sugestión

En contraste con estas prodigiosas habilidades, el inconsciente es también increíblemente inocente y crédulo. Este rasgo se hace patente en los efectos de la sugestión. El subconsciente se toma las sugestiones al pie de la letra y sin cuestionarlas. Así, «Nos convertimos en aquello que creemos». El subconsciente registra todos nuestros pensamientos sobre nosotros mismos, presupone que son ciertos y actúa en consecuencia.

Podemos controlar este atributo del subconsciente. Se ha escrito mucho sobre lo que se puede lograr por el poder de la sugestión. Sin embargo, la frase es algo equívoca, porque el poder no está en la sugestión, sino en la capacidad del subconsciente. La sugestión es el mango de la sartén del poder, el medio para comunicar con el subconsciente.

También podemos comunicar con el subconsciente a través de las imágenes, porque es mucho más visual que verbal. Por ejemplo, intenta hacer que tu boca salive dándole la orden verbal: «¡Saliva, saliva!». Ahora intenta imaginar morder un limón y chupar el jugo. ¿Te das cuenta de la diferencia? Es mucho más eficaz comunicar con el subconsciente a través de imágenes sugerentes que comunicar con él por medio de palabras.

Si se lo trata correctamente, el subconsciente tiene una serie de habilidades aparentemente infinitas. Tiene la capacidad de controlar las reacciones orgánicas que normalmente quedarían fuera del alcance ordinario. De hecho, si se usa correctamente la sugestión por imágenes, es posible inducir al subconsciente a controlar la actividad de las células individuales dentro del cuerpo. Pero el subconsciente también es capaz de otras proezas increíbles de auténtica creatividad.

Hudson señala que el subconsciente es capaz de tomar un supuesto que se le haya sugerido y desarrollar todas sus implicaciones. Para ilustrar su idea, describe la siguiente demostración de una «canalización de Sócrates». Se hipnotizó a un joven y se le dio la sugestión de que Sócrates estaba delante de él. Cuando el joven asintió mostrando su conformidad, indicando que «veía» a Sócrates, se le sugirió que le hiciera algunas preguntas. Lo hizo, y se le pidió que repitiera las respuestas de Sócrates. A continuación entablaron un diálogo improvisado de gran fluidez y claridad que resultó ser una demostración sorprendente de elocuencia filosófica. Aun sabiendo que el discurso surgía del subconsciente del joven, el público empezó a tomar notas para no olvidar los pensamientos tan inspirados que expresaban. Este es un ejemplo de la genialidad del subconsciente, atribuida normalmente al poder de la sugestión.

El subconsciente es vidente

La genialidad del subconsciente parece ilimitada. Tal vez se deba a que está en contacto con todas las demás mentes subconscientes. Vale la pena ponderar este concepto. Nuestro lenguaje lo refleja: «Había una sensación en el ambiente» tiene una connotación de comunicación no verbal y telepática; igualmente hay expresiones para indicar cómo la gente resuena unos con otros, contribuyendo cada uno con nuestra propia vibración única a la armonía que sentimos.

A menudo no deseamos que este contacto se haga consciente, o al menos que se reconozca públicamente. Quizá es suficiente que reconozcamos a un nivel subliminal que nuestras mentes subconscientes vibran al unísono. A pesar de que ocurre a menudo, es bastante infrecuente que la gente hable de tales sentimientos, excepto tal vez en el caso del amor romántico. La intimidad entre la gente a menudo tiene un componente paranormal que deseamos ignorar. El no hacerlo nos llevaría a veces demasiado cerca de los demás. No siempre es necesario ni apropiado ni útil concentrarse explícitamente en la consciencia psíquica.

Por otro lado, ¿has tenido alguna vez la sensación de que alguien lejano estaba pensando en ti? Una de las experiencias más corrientes de telepatía es que alguien te llame por teléfono cuando estás pensando en esa persona. La persona que toma la iniciativa de hacer la llamada parece iniciar el proceso telepático. Cuando los pensamientos se dirigen hacia nosotros, podemos vernos afectados. En una serie de experimentos fascinantes, E. Douglas Dean demostró que, cuando un emisor se concentraba en el nombre de una persona que tenía un significado especial como «receptor», se detectaba un aumento en el flujo sanguíneo del receptor. Cuando el emisor se concentraba en los nombres de extraños, no se registraba ningún efecto. Es como si el receptor se «calentara» con los pensamientos de personas por las que siente afecto.

Es a través de las interconexiones de nuestras mentes subconscientes como se extienden los estados de ánimo. Parece no haber fronteras, las posibilidades son infinitas. Maharishi Mahesh Yogi, el fundador de la Meditación Trascendental, propuso que si tan sólo un 1% de la población meditara, se elevaría la consciencia de todo el planeta.

Recientemente, su sugerencia se ha visto apoyada por la investigación. Un estudio eligió ciudades con población superior a 25.000 habitantes, en las cuales se había que al menos el 1% de la población practicaba la Meditación Trascendental y se compararon con otras ciudades equivalentes con pocos meditadores. Los investigadores observaron que las ciudades del primer caso tenían tasas de criminalidad descendentes, mientras que en las otras ciudades el crimen seguía la curva nacional ascendente. Este hallazgo puso en marcha varios experimentos. Los resultados, que aparecieron en el libro The Maharishi Effect (El efecto Maharishi), de Elaine y Arthur Aron, fueron impresionantes. Los experimentadores eligieron zonas clave para reuniones de muchos meditadores de MT. Por ejemplo, se eligió el estado de Rhode Island para un curso intensivo de verano que atrajo a meditadores de toda la costa este. También se eligieron zonas conflictivas de todo el mundo —Nicaragua, Irán y Zimbabue— y se enviaron grandes grupos de meditadores a estas regiones a practicar intensivamente la MT. Se recopilaron diversos índices de conflicto (muertes por accidente, asesinatos, suicidios, divorcios) para cada región, durante los meses previos y posteriores a la reunión de meditación. Durante el periodo de la reunión, los índices de conflicto se redujeron significativamente con relación a los niveles anteriores al inicio de la meditación. Cuando los meditadores acabaron su reunión y abandonaron la zona, los índices volvieron a sus niveles anteriores.

El poeta John Donne dijo: «Ningún hombre es una isla». Me pregunto si se daba cuenta realmente de cómo todos nadamos juntos en las mismas aguas emocionales. Solemos pensar en la consciencia paranormal como algo relacionado con leer la mente. Sin embargo, la interconexión de nuestras mentes subconscientes significa que estamos más cerca unos de otros incluso que nuestros pensamientos. Es casi como si inhaláramos los sentimientos unos de otros.

Cuándo el subconsciente se hace consciente

Las estrellas están siempre en el cielo, pero sólo las vemos por la noche, cuando el resplandor del sol no nos deslumbra. Así ocurre con la mente subconsciente. Siempre está activa aunque estemos despiertos. El experimento del péndulo demostró los efectos de la actividad del subconsciente. Pero para experimentar el mundo desde el punto de vista del subconsciente, para adentrarnos en él y mirar por sus ojos, debemos apartar la mente consciente.

Cayce indica que, cuando se aparta la mente consciente —como en el sueño, en la meditación, en la hipnosis y en la muerte—, la mente subconsciente se convierte en la mente consciente. Es como la ropa interior que se convierte en exterior cuando se quita uno la ropa de calle. La mente consciente es como unas gafas que enfocan la cons-ciencia hasta tal punto que no puede aprehenderse la conciencia del subconsciente que no ve en términos de separación, distinción y fronteras. Pero, si nos quitamos esas gafas, aunque la mente consciente lo vea todo borroso, la consciencia de la mente subconsciente no estará ya camuflada por los detalles que la distraen.

Generalmente, nunca llegamos a acercarnos a la apreciación de la realidad desde la perspectiva del inconsciente más que cuando recordamos nuestros sueños. La palabra «soñadora», para describir una manera de ser, parece recalcar la naturaleza maleable de esta consciencia en que las cosas se convierten en otras cosas, las percepciones múltiples se superponen unas a otras, etc. E.Cayce indica que nuestros sueños son una muestra de cómo seremos cuando muramos. En la muerte, la mente subconsciente se convierte en consciente y nos vemos cara a cara con las sombras que contiene.

Cuando se apaga la mente consciente —como en el sueño, la anestesia o incluso la muerte—, sigue siendo consciente de su entorno físico. E.Cayce indica que éstos son momentos importantes para considerar la importancia de la sugestión. Recientemente se ha confirmado que los pacientes bajo anestesia se dan cuenta de lo que dice la gente a su alrededor. Siempre ha habido anécdotas sobre este hecho, como cuando un paciente sorprende a su médico haciendo un comentario después de la operación sobre algo que se dijo durante la misma. Durante mucho tiempo, la profesión médica tendía a ignorar estos sucesos como casualidades sin importancia; pero, en años recientes, los cirujanos han empezado a tomarlos en serio. De hecho, el doctor Frank Guerra, del Denver Presbyterian Hospital, ha creado una revista llamada Aspectos humanos de la anestesia para mantener a sus colegas informados sobre los descubrimientos recientes en este campo. En la revista aparecen experimentos indicando que, bajo anestesia, un paciente puede responder a la sugestión de controlar su flujo sanguíneo y acelerar su curación con notables resultados.

Incluso después de la muerte, el subconsciente continúa dándose cuenta de su entorno. Por tanto, es aparentemente posible que una persona esté muerta y no lo sepa. Los tibetanos usaban procedimientos para animar al difunto a «dirigirse hacia la luz» y así ayudarle a su tránsito. Se ha desarrollado un interés creciente por el proceso de la muerte, estimulando en parte por informes de experiencias en el umbral de la muerte, que ha llevado a la adopción de métodos similares en Occidente. Cayce abogaba por que se rezara por los muertos, y la Iglesia Católica practica las novenas con los muertos. Cuando muere una persona, la consciencia no se evapora instantáneamente. El subconsciente mantiene contacto durante algún tiempo. Si estás al lado de una persona que acaba de morir, puede seguir hablando en voz alta, animándola y guiándola a buscar la «luz».

Solo en el sueño, en la meditación, en la hipnosis y en la muerte, la mente subconsciente se convierte en la mente consciente. Esto nos debería hacer pensar, que nuestro consciente es en realidad una tapadera de algo maravilloso que reside en nuestro interior.


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